Es la tercera entrada de mi blog, y parece que ya va siendo momento de empezar a contar cosas sobre mí. La verdad es que me resulta difícil porque no soy una persona que suela hablar mucho de mí misma, soy bastante introvertida para todos mis temas personales, y este tema de la infertilidad no lo sabe nadie, salvo J, mi compañero de vida, claro está, mis padres, y ahora, vosotros. Pero no se lo contéis a nadie, ¿vale?
Como ya os he adelantado, soy mujer, tengo 38 años y estoy casada. Nunca he visto la maternidad como un objetivo, ni me gustan especialmente los niños, me cuesta mucho coger un bebé… pero supongo que un día estas bien, sientes que es tu momento, te acabas de casar, y decides que un nuevo miembro en la familia es lo que más deseas.
Supongo que no hace falta que os explique, que «intentar» quedarte embarazada, cuando todo va bien, cuando te apetece, cuando crees que llegará rápido y normal, es lo más divertido del mundo. La complicidad con tu chico, las risas imaginándote con tripa, los planes de futuro… Pero pasan los meses, y supongo que es una sensación que hemos tenido todos y todas los que conformamos esta red de infértiles, de que aquello no funciona, de que algo pasa. Yo no quería dejar pasar mucho tiempo, pues en ese momento ya tenía 35 años, y decidí dar el primer paso y hacerme todos los exámenes pertinentes cuando llevábamos 6 meses de búsqueda. Con una reserva ovárica normal, un útero normal y unas analíticas normales, me dicen que lo mejor es que sigamos intentando porque tiene que llegar.
La cosa dejó de ser tan divertida, hicieron acto de presencia los famosos tests de ovulación (TO en RRSS), y por supuesto los tests de embarazo (TE) de one step de Amazon, todo un hit en estos temas!. Empecé a visitar blogs de vida sana, dejé de tomar cervezas, café, azúcar, solo verdura cocida y alimentación sin ultraprocesados. Pero pasaba el tiempo, y seguíamos igual, mi sexto sentido me decía que algo no iba bien, y empezamos con las pruebas de J.
El diagnóstico no tardó en llegar, teníamos pocos, lentos, y con una porcentaje muy alto de formas anormales. Después de varias pruebas más llegó el mazazo: translocación cromosómica entre los genes 13 y 14. No podíamos creernoslo, recuerdo como nos enseñaron una tablita con los genes, en la cual se veía claramente un gen de aspecto anormal y mucho más alargado que el resto en el 13 y la ausencia de la misma parte en el 14. Mi marido es perfectamente normal, pero es portador de esta deformación que da lugar a infertilidad masculina y a la posibilidad de transmitir el síndrome de Patau (Para los que queráis saber de lo que hablo: https://es.wikipedia.org/wiki/S%C3%ADndrome_de_Patau ).
Nuestras caras creo que debieron ser de alucine total, tratando de digerir la noticia nos explicaron las alternativas, y salimos de allí con la cabeza loca, mucha información, y una cita para la genetista… pero no quiero aburriros, eso será otra historia, que podéis seguir en Mi historia: parte II
14 comentarios sobre “Mi historia: Parte I”