Mi historia: Parte XI

Si quieres saber todo lo que pasó antes: Parte X, Parte IX, Parte VIII, Parte VII, Parte VI, Parte V, Parte IV, Parte III, Parte II y Parte I

Pues aquí estábamos, con la preparación del test de implantación. Mi medicación eran 2 parches Evopad de 75 cada 48 horas. Por aquel entonces, ya estábamos en Diciembre, empezaba a superar anímicamente el aborto, y el hecho de realizar pruebas y no mantenerme parada, me hacía tener esperanza.

Las primeras cenas de Navidad de empresa y de amigos, hicieron presencia, y J salió a una «aquella noche». Lo he entrecomillado, porque después de ese episodio me ha sido muy difícil continuar y muy difícil no tener miedo.

Recuerdo que hacía frío, y que pensé que menos mal que no tenía que ir con él, porque estaba cansada, seguramente de la medicación, y del trabajo, y me quedé muy agusto viendo la tv tumbada en el sofá, un Viernes de Invierno en toda regla. La verdad es que estaba muy cansada, exageradamente, pensé que podía estar incubando algo incluso, y a las 23h aprox me fuí a dormir esperando que J no me despertara cuando regresará. Sobre las 6h, entre sueños, sentí algo, sentí humedad, pero mucha y muy de repente, salí como un resorte de la cama al baño, y aunque mi mente luchaba por despertarse, sabía que algo no iba bien, pero pensaba que sería flujo por la medicación… pero no, era sangre, muy líquida y muy roja. Me limpié y pensé que no sería nada, comprobé que J ya había llegado y se había metido en otra habitación a dormir para no molestarme, y me metí de nuevo en la cama. No había cogido el sueño aún cuando la misma sensación me hizo levantarme de nuevo, esta vez más deprisa, con idéntico resultado, sangre muy roja, muy líquida. Yo que soy de reglas muy escasas y oscuras, no había visto ese color casi nunca, me puse una compresa y me metí en la cama, no quería molestar a J y además quería creer que no era cosa de nada, que se iba a pasar solo.

Lamentablemente no fue así, a las 7h tuve que despertar a J, porque lo que yo quería creer casual, era una hemorragia. Nunca me había pasado y no entendía nada. Para colmo, no quería ir a urgencias, pues guardaba muy mal recuerdo y muy reciente de mi aborto, y volver al mismo sitio, con lo mal que me trataron, se me hacía un mundo. No obstante, nos vestimos con la intención de estar preparados por si acaso, y decidimos llamar por tfno a la clínica de reproducción a un número que tienen de urgencias (imaginaos un Sábado a las 7h y muy próximo a Navidad). Trataron de tranquilizarnos y nos dijeron que en principio no tenía importancia, que hiciera reposo, y que si en un rato no se pasaba volviera a llamar. En parte debido a esa llamada y a que yo quería seguir creyendo que no me pasaba nada, me puse un café y saqué unas galletas para desayunar, y me fui pensando si merecía la pena ir a urgencias de la SS con lo mal que lo había apsado la última vez que estuve allí.

En lo que desayuné, y me levanté, la silla blanca del salón estaba manchada, había traspasado compresa, pantalón, y no parecía pararse. Volví a llamar a la clínica de reproducción, y aunque me atendieron respondiéndome como si pensaran que estaba exagerando, me dijeron que fuera para el hospital que tienen concertado de guardia para estos casos, que allí me esperaban.

Lo que pasó después lo recuerdo difuso, entre mi casa y ese hospital hay unos 35 minutos en coche. Recuerdo que me mareaba, que volví a manchar todo lo que llevaba puesto, que dejamos el coche en medio de la puerta, y que yo entré corriendo mientras la sangre caía a gotas por el tobillo de mis vaqueros al suelo. Intentamos dar los datos en la recepción, pero en ese momento me desmayé, no se si era la impresión o la sangre que estaba perdiendo, o todo junto.

Me desperté en una silla de ruedas en un ascensor, reconocí la voz de la doctora con la que había hablado por tfno desde casa, y además había 2 enfermeras más, una muy joven y otra más mayor, que me miró y me dijo que me iba a poner bien. Estaba sentada en una sábana blanca totalmente manchada de sangre. Entramos a una sala ginecológica, una especie de quirófano pequeño y trataron de hacerme una eco, en ese momento, entró J que había terminado de dar los datos en recepción. Le vi blanco, muy nervioso, disgustado. Le conocía, sabía que estaba muy asustado, tanto o más que yo. Creo que en ese momento tomamos consciencia los dos de que los TRA podían ser peligrosos.

La doctora no podía ver nada en la eco, había tanta sangre, que no llegaba a divisar nada, tuvo que quitar varios coágulos con instrumental hasta que pudo ver algo, a mi lado la enfermera mayor me cogía de la mano, con la mayor delicadeza que había visto jamás, mientras me decía que todo iba a salir bien. Nunca lo olvidaré.

En la eco no se veía nada anormal, muchos coágulos dentro del útero, y un útero que se descamaba solo, me quitaron los parches y me advirtieron que al quitarlos podía empeorar, pero bueno, yo no noté mucho la diferencia. Me ingresaron, me pusieron varias vías y no me dejaron beber nada pues en principio el tratamiento de elección sería hacer un legrado si la hemorragia no cedía con los medicamentos. Pasaron muchas horas, muchas, y sobre las 16h sentí que la sangre empezaba a decrecer… a las 22.00 me dieron el alta con un sangrado que ya era menor que una regla, con una advertencia de reposo total de 48 horas y con otra de que fuera rápidamente si empeoraba.

Afortunadamente no empeoré, y en 48 horas el sangrado cedió del todo. Estuve un mes tomando hierro. Desde entonces, desde «aquella noche» tengo pesadillas, al principio muchas, ahora ya casi nunca, pero de vez en cuando vuelven. En ellas veo sangre, mucha sangre, y veo batas y sábanas blancas manchadas… y entonces me despierto.

Sigue leyendo: Parte XII.

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