Hubo un momento en este tiempo de tratamientos, que empecé a darme cuenta de que las cosas se me iban de las manos. Creo que no fue por un hecho concreto o porque me sintiera mal como para no seguir con mi vida diaria, al contrario, una de las obsesiones durante este tiempo ha sido el poder coordinar las citas y las medicaciones de tal forma que no afectaran a mi trabajo.
He aprendido a utilizar tanto el tiempo, que cualquier mínimo espacio lo aprovechaba para cuadrar una cita, un análisis, una prueba… todo ello intentando no levantar la más mínima sospecha y manteniendo el tipo y la altura del trabajo que realizo siempre.
Pero de repente me vi inmersa en una montaña rusa, un día me levanté y no me gustaba como me quedaba la ropa que me puse, no me suele pasar casi nunca, pero bueno, cambié por otra y me fui a trabajar. Ese hecho, que al principio fue aislado, pasó a convertirse en rutina, no me veía bien, las cosas no me quedaban como antes, me hacía mayor muy rápido. Como consecuencia de los TRA he tenido acné que por temporadas, ha sido muy agresivo y doloroso dejando una estela de rojeces y marcas en mi piel de forma muy evidente. Pasé de maquillarme en 10 minutos con cualquier cosa, a tardar 30 y hacerlo a conciencia, con miles de productos, y todo con tal de no verme esas odiosas rojeces y marcas.
Mi seguridad se vio muy resentida, empecé a evitar las reuniones sociales, a posponer quedadas con amigos, e incluso a renunciar a salir a la calle a cualquier cosa a menos que estuviera correctamente arregalada, maquillada y peinada.
Sentía que cuando hablaba con alguien, la gente me miraba a los granos, o la gente pensaba que daba pena por estar cumpliendo años y no tener hijos. Todo esto no pasó de repente, fue poco a poco, con cada desilusión, con cada paso sin éxito, con cada cancelación… pero lo cierto es que cuando fui consciente, ya estaba muy metida en ello para salir sola.
Mi vida con J también se resintió mucho, pasamos de ser una pareja activa a ser una pareja de planes de Netflix y sofá. Nuestra comunicación y relación seguía siendo buena, pero hablábamos demasiado de esto, el resto de planes ya no existía, yo me hundía y él tiraba, pero a veces, ya no podía. Nuestra vida íntima también se resintió, y teníamos muchas peleas, cosa que antes nunca nos pasaba.
Era un problema que se retroalimentaba, no quería contarle a nadie por lo que estaba pasando, porque siempre he sido de dar pocas explicaciones de mi vida privada, y a la vez me sentía muy aislada por no poder compartir con nadie el tema.
En mi caso, aparte de J, solo mi madre sabía de nuestros problemas y de mi lucha por ser madre. Y aunque me apoyaba… una madre es una madre, y ver a su hija someterse a esos tratamientos tan agresivos, a esas incertidumbres, a tantas noches sin dormir y llantos, pues hizo que ella nunca me apoyara como yo necesitaba, y que yo dejara de sacar el tema y me fuera alejando. Sensación que a día de hoy, sigue presente entre nosotras.
Como ya os comenté en otros post, la terapia que empecé fue primero con una psicóloga experta en fertilidad, pero nunca cuadré con ella, no sentí feeling. Y para este tipo de tratamientos considero muy importante que haya esa confianza necesaria que se establece muchas veces a razonamientos meramente subjetivos e impresiones. Y con ella no fue el caso. Abandoné tras unas sesiones, que fueron casi todas en pareja, y retomé meses después con un psicólogo no experto en fertilidad, pero en el que sin embargo si he visto cumplidas mis expectativas y necesidades, hasta el punto de que ahora mismo puedo decir que «estoy de vacaciones» psicológicas.
Aparte de la terapia profesional, hay muchas otras que me han ayudado en este camino y que me gustaría compartir con vosotr@s. Ya que en los momentos que más perdidos estamos, encontrar la luz y la fuerza necesaria puede llegar a ser muy difícil, así que expongo aquí mis pequeñas distracciones por si alguien quiere probarlas:
- Pintar mandalas: pues no es algo que yo creyera que me iba a aficcionar fácilmente, me parecía una ctividad muy «plana» a priori, sin embargo, el hecho de tener que estar muy atenta, de combinar colores, etc… pues ha hecho que muchas de mis esperas y tiempos muertos, sean más llevaderos.
- Ir al gimnasio: es un clásico, pero ojo, porque pese a que a mí me gusta el deporte y estar en forma, no he podido ir todo lo que he querido. Los TRA me dejaban sin fuerza muchas veces, y otras, estaban desaconsejados ejercicios fuertes o de impacto con ellos. Por tanto, ha sido una distracción, pero poco constante.
- Escribir: aunque hace poco que me he estrenado con el blog, llevo meses escribiendo y desahogandome en el negro sobre blanco.
- Caminar: si, así tal cual, sin rumbo, sin sentido, por calles nuevas, o por calles ya conocidas, llenarte de sus colores, de sus historias, de sus gentes. 10.000 pasos diarios, mi objetivo.
Y sobre todo…
- Trabajo: no lo veáis como ese sitio al que vais, pasáis las horas y conseguís el sueldo. Reinventadlo, siempre hay cosas por hacer, cosas por mejorar. Concentraos en cada cosa y verlo cada día como si fuera el primero en el que llegasteis
- Amistades: yo lo he hecho, me he cerrado, les dejé de lado. Y lo hice muy mal. No os aisléis, tanto si queréis hablar de esto o no, no os restéis oportunidades de pasarlo bien, no renunciéis a un café con amigas o una tarde de compras, porque no hay nada que arregle más el alma que una buena conversación.